viernes, 4 de julio de 2008

ALLENDE: La Vida por el Socialismo




Por Luis R Delgado J

Salvador Allende es una referencia de primer orden de la izquierda mundial, uno de los líderes políticos marxistas más importante de la historia. Este año en diversas partes del mundo y en especial en el continente latinoamericano se está conmemorando el centenario del natalicio de Allende, específicamente el pasado 26 de junio.


Nacido en 1908, durante la primera década del siglo pasado, en los tiempos de la masacre obrera de Iquique, Allende desde temprana edad estudiantil se dedicó a la más noble vocación; la lucha por los explotados y los desposeídos. Ya en los inicios de la década de los 30 fue vicepresidente de la Federación de estudiantes.

En 1933 con tan solo 25 años participó en la fundación del Partido Socialista de Chile, y en 1939 se dedicó por espacio de casi 1 año como ministro de salud o sanidad. Durante más de 30 años fue una destacada figura parlamentaria al servicio de los trabajadores de Chile, llegando a ser incluso presidente de la cámara del senado. Sin embargo, más allá de una biografía, nos queremos centrar en los aspectos más relevantes de su praxis política.

Un aspecto central durante toda la vida política de Allende, fue la búsqueda incesante, atendiendo las realidades concretas de su país, de la construcción del Socialismo por medio de una vía pacífica inédita, la vía electoral. Esto pudiese causar la confusión de que estamos frente a una propuesta socialdemócrata, reformista, en la cual el paso de una sociedad a otra nueva se daría por medio de cambios graduales, sin embargo el proyecto de Allende era eminentemente anticapitalista, no estamos hablando de un socialismo blando, nos referimos a un socialismo atendiendo la definición marxista, como proceso creciente de la socialización de la propiedad burguesa, del gobierno hegemonizado por la clase trabajadora.

El hecho de que una figura tan trasparente (enemigo de la adulación y la hipocresía) como radical como lo fue el Che Guevara, al regalarle un ejemplar de su Guerra de Guerrillas colocase como dedicatoria lo siguiente: “Para Allende, que por otros caminos busca lo mismo” (p. 33), demuestra que nos encontramos frente a un hombre verdaderamente revolucionario, comprometido con transformaciones sociales profundas.

Allende fue desde el principio férreo defensor de la Revolución Cubana, ayudó a guerrilleros del ELN boliviano a recuperar su libertad utilizando su investidura parlamentaria. Siendo senador, visitó la Unión Soviética, la República Democrática de Corea, y otros países del campo socialista, de hecho fue uno de los últimos dirigentes políticos que se entrevistó con el legendario líder comunista Ho Chi Min en una visita a Vietnam en 1969.

Esta coherencia ideológica después la materializó en sus escasos 3 años de gobierno. Hay que medir la hazaña histórica de haber nacionalizado los recursos minerales fundamentales, incluyendo el cobre principal recurso de la nación, nacionalizar los 90 complejos industriales más importantes, nacionalizar la Banca, desarrollar experiencias significativas de Poder Popular, e impulsar una profunda reforma agraria sin disparar un solo tiro, sin heridos ni muertos, con minoría en el parlamento, respetando la legalidad burguesa, semejante audacia y arrojo pocas veces se ha visto en la historia de un dirigente político, semejante compromiso con el cumplimiento uno a uno de los puntos del Programa de revolucionario de la Unidad Popular, es una prueba de la coherencia de la teoría con la práctica, de las promesas con los hechos, de lo que se dijo y lo que se hizo.

Una prueba del carácter revolucionario del proyecto de Allende, era su contenido clasista, no se trataba de una amalgama de clases dirigidas por una supuesta burguesía nacional, se trataba de un proyecto dirigido por la clase obrera chilena, un proyecto político que tenía como fin fundamental no sólo la liberación nacional sino también la liberación social, la construcción del Poder Popular, del Socialismo. En una entrevista dada al periodista (hoy pasado a la derecha) Regis Debray en 1971, expresaba tajantemente lo siguiente:

“Frente de Trabajadores, Frente de la Patria, la Unidad Popular, pero con una columna vertebral en el que la clase obrera es indiscutiblemente el motor, porque aunque no hay la hegemonía de un partido, los partidos Socialista y Comunista son indiscutiblemente los partidos que representan el 90% de los trabajadores, vale decir, obreros, campesinos, empleados, técnicos y profesionales. Bueno, entonces la pregunta es: ¿Quién se va a servir de quien?... el proletariado. Y si no fuera así yo no estaría aquí. Yo estoy trabajando por el Socialismo y para el Socialismo” (p. 60)

Por esta razón debe resaltarse, que la radicalidad del proceso chileno dirigido por Allende era profunda, no se trataba sólo de antiimperialismo, no era administrar bien el capitalismo, no era desarrollar un capitalismo criollo, se trataba de una auténtico proyecto Socialista que fuese sepultando las instituciones capitalistas.

Esta es la causa (en el marco de la Guerra Fría) de la saña con que el imperialismo y la oligarquía interna diera fin de forma violenta y atroz al gobierno de la Unidad Popular, no se podían dar el lujo los norteamericanos de tener una segunda Cuba y peor aún por vía electoral, lo cual pudiese poner en cuestión una de las medulas de la propaganda anticomunista.

Allende vivió y murió como un revolucionario socialista, siempre luchó hasta el final por los trabajadores y trabajadores del campo y la ciudad. Su inmolación por el futuro de su pueblo es un ejemplo gigante de ética y compromiso con los sectores explotados y oprimidos de la sociedad.

Allende es por siempre una estrella que iluminará los procesos de emancipación en Latinoamérica y el mundo. Ejemplo de civismo y radicalidad. El mejor homenaje que podemos darle es hacer revolución todos los días, es luchar hasta el final contra las oligarquías y el imperialismo.

Recordemos finalmente estas vigentes ideas libertarias dadas por el compañero Presidente:

“Latinoamérica es un volcán en erupción. Los pueblos no pueden continuar muriéndose a medio vivir… potencialmente nuestros pueblos son riquísimos y sin embargo, son pueblos con desocupación, con hambre, con incultura, con miseria moral y miseria fisiológica. Los pueblos de América Latina no tienen otra posibilidad de luchar (cada uno de acuerdo a su realidad), pero luchar. ¿Luchar para qué? Para conquistar su independencia económica y ser pueblos auténticamente libres en lo político también… Algún día, América Latina tendrá una voz de continente, una voz de pueblo unido, una voz que sea respetada y oída, porque será la voz del pueblo dueño de su propio destino”. (p. 63)

Notas tomadas de:

Regis Debray (1971) Allende habla con Debray. Publicado en Punto Final, Santiago-Chile.