sábado, 12 de septiembre de 2009

(Documentos desclasificados) diálogo entre Tatcher y Gorbachov Dos meses antes de caída del Muro.


La Primera Ministra afirmó que Europa no quería una Alemania unida, porque afectaría la estabilidad de la región.

Dos meses antes de la caída del Muro de Berlín, Margaret Thatcher manifestó al Presidente Mijaíl Gorbachov que ni Gran Bretaña ni Europa Occidental querían la reunificación de Alemania y dejó en claro que deseaba que el líder soviético hiciera lo posible por frenarla. La Primera Ministra afirmó que Europa no quería una Alemania unida, porque afectaría la estabilidad de la región.

Dos meses antes de la caída del Muro de Berlín, Margaret Thatcher manifestó al Presidente Mijaíl Gorbachov que ni Gran Bretaña ni Europa Occidental querían la reunificación de Alemania y dejó en claro que deseaba que el líder soviético hiciera lo posible por frenarla.

En una reunión extraordinariamente franca con Gorbachov en Moscú en 1989 -sobre la que nunca antes se informó completamente-, Thatcher señaló que la desestabilización de Europa del Este y el fracaso del Pacto de Varsovia no estaban tampoco en los intereses de Occidente.

Ella observó los enormes cambios que estaban sucediendo en Europa del Este, pero insistió en que Occidente no presionaría en pro de una "descomunización". Ni tampoco haría nada que pusiera en riesgo la seguridad de la Unión Soviética.

Incluso 20 años después, es probable que las observaciones de la ex Primera Ministra causen conmoción, porque ella admitió que lo que decía era muy diferente de las declaraciones públicas de Occidente y los comunicados oficiales.

Impacto

Los expedientes detallan cómo los rusos reaccionaron a los tumultuosos hechos de 1989 y revelan los intentos desesperados de Gran Bretaña y Francia por detener las acciones tendientes a la reunificación alemana mediante gestiones con la URSS para que ésta se opusiera.

Igualmente muestran la completa estupefacción en el Kremlin frente a los disturbios en toda Europa Oriental y la huida de miles de alemanes del Este a Hungría y Checoslovaquia.

Y dejan en claro el odio de Gorbachov por los viejos líderes comunistas de Europa del Este; él se refirió una vez al alemán Erich Honecker como una "persona detestable".

Thatcher sabía que sus observaciones causarían una disputa si se las daba a conocer. Ya andaba buscando la controversia -especialmente entre los partidarios de Solidaridad en Polonia y Occidente- al decirle a Gorbachov que estaba "profundamente impresionada" por el valor y el patriotismo del general Wojciech Jaruzelski, el líder comunista polaco. Hizo notar, con aprobación, que Gorbachov había reaccionado "con tranquilidad" a los resultados de las elecciones polacas, en las que los comunistas fueron derrotados por primera vez en comicios abiertos en Europa del Este, y a otros cambios en la región.

"Lo que yo entiendo de su posición es lo siguiente: recibe con agrado el que cada país se desarrolle a su modo, con la condición de que el Pacto de Varsovia continúe vigente. Entiendo esta posición perfectamente".

Luego la ex Primera Ministra lanzó su bomba. Solicitó que sus observaciones siguientes no se registraran. Gorbachov aceptó, pero las transcripciones del Kremlin las incluyeron de todos modos, con la indicación lacónica: "La siguiente parte de la conversación se reproduce de memoria". Ella habló de su profunda "preocupación" por lo que estaba sucediendo en Alemania del Este. Precisó que podrían estar preparándose "grandes cambios". Y por eso su temor a que todo esto llevara finalmente a la reunificación alemana; un objetivo oficial de la política occidental por más de una generación.

Ella aseguró al líder soviético que el Presidente Bush (padre) tampoco quería hacer nada que los rusos pudieran ver como una amenaza. Esa misma afirmación escuchó Gorbachov en la cumbre soviético-estadounidense frente a Malta.

Pero Thatcher no era la única preocupada por el tema. Un mes después de la caída del muro, Jacques Attali, asesor del Presidente francés François Mitterrand, se reunió con Vadim Zagladin, asesor de Gorbachov.

Attali señaló que la negativa de Moscú a intervenir en Alemania del Este había "desconcertado al liderazgo francés" y preguntó si "la Unión Soviética hizo las paces con la perspectiva de una Alemania unida y no tomará ninguna medida para impedirla. Esto ha provocado un temor cercano al pánico". Luego declaró: "Francia no quiere de ningún modo la reunificación alemana, aunque comprende que al final es inevitable".

En abril de 1990, cinco meses después de la caída del Muro, Attali manifestó que el espectro de la reunificación estaba provocando pesadillas entre los políticos franceses. Los documentos lo citan cuando dice a Mitterrand que él "se iría a vivir a Marte" si eso sucediera.

Anatoli Chernayev, asesor del Kremlin y encargado de los vínculos con los demás partidos comunistas, observó en su diario que "toda Europa" estaba hablando con gran entusiasmo de Gorbachov en Berlín. "Y todo el mundo está susurrando en nuestro oído, 'Es bueno que la URSS haya expresado delicadamente su posición contra la reunificación alemana'".

Los políticos que se reunieron con asesores de Gorbachov en Europa "dicen al unísono que nadie quiere una Alemania unificada". De un modo sorprendente, observó Chernayev, en Francia Mitterrand estaba incluso pensando en una alianza militar con Rusia para detenerla, "camuflada como un uso conjunto de ejércitos para combatir los desastres naturales".

"No queremos una Alemania unida. Esto conduciría a un cambio en las fronteras de posguerra y no podemos permitirlo porque ese hecho debilitaría gradualmente la estabilidad de toda la situación internacional y podría poner en peligro nuestra seguridad".

MARGARET THATCHER Ex Primera Ministra británica.
Archivos secretos

Estas declaraciones surgen de expedientes oficiales del Kremlin que se sacaron ocultos de Moscú. Después que Gorbachov dejó el poder en 1991, copias de los archivos de Estado se llevaron a su fundación personal en Moscú. Hace algunos años Pavel Stroilov, un joven escritor que hacía investigaciones en la fundación, comprendió el enorme significado histórico de éstos. Copió más de mil transcripciones y se las llevó cuando se trasladó a Londres para seguir su investigación. Sus copias las hizo a tiempo, porque luego se sellaron todos los archivos rusos.
Michael Binyon
El Mercurio