domingo, 17 de mayo de 2009

Con Amaguaña se fue una generación de indígenas luchadores La lideresa india, fallecida a los 99 años, fue pionera en la reivindicación de derechos en



Tránsito Amaguaña pasó sus últimos días en los paramos de Cayambe.

Cuenca. Rosa Elena Amaguaña, o simplemente Mamá Tránsito para quienes la conocían, lideró a un grupo de indígenas que se cansó de vivir en un estado de semi esclavitud en la Sierra norte del país en los años treinta. La india de Pesillo, Pichincha, se rebeló en su juventud contra los hacendados que regían la vida de miles de campesinos pobres.

Tránsito Amaguaña pasó sus últimos días en los paramos de Cayambe.

Cuenca. Rosa Elena Amaguaña, o simplemente Mamá Tránsito para quienes la conocían, lideró a un grupo de indígenas que se cansó de vivir en un estado de semi esclavitud en la Sierra norte del país en los años treinta. La india de Pesillo, Pichincha, se rebeló en su juventud contra los hacendados que regían la vida de miles de campesinos pobres.

Huasipungos


Mamá Tránsito vivía aún en la vigencia del latifundio, cuando los terratenientes, los dueños de inmensas extensiones de terreno, eran incluso dueños de la vida de los indios.


Huasipungo, la obra cumbre del escritor Jorge Ycaza y todavía la novela ecuatoriana más conocida fuera del país, reflejó aquella época. Al igual que lo hizo el cuencano César Dávila Andrade, en Boletín y Elegía de las Mitas, considerado el poema nacional.


Amaguaña fue más allá del fenómeno artístico y cultural llamado Indigenismo. Junto con la también india, Dolores Cacuango, Mamá Dolu, también fallecida, encabezó un movimiento que tuvo uno de sus puntos más altos con la creación de la Federación Ecuatoriana de Indios, en 1944, y después con la aprobación y ejecución de la Reforma Agraria, en los años sesenta.


Perseguidas


Apoyadas por el Partido Comunista, tanto Amaguaña como Cacuango fueron perseguidas por los gobiernos de turno. Cecilia Miño, biógrafa de Mamá Tránsito, señaló en su libro que “por ser fiel a la causa, sufrió de una persecución permamente”.


La india nacida en la localidad de Pesillo fue emprendedora y pionera. Creó la primera escuela bilingüe del país, en su pueblo, en los años cincuenta, todo un hito para América Latina. Por su cercanía con los comunistas de la época, viajó a la desaperecida Unión Soviética y fue detenida al regresar al país, acusada de traer armas y de preparar una revolución en el país. Ella lo negó.


CONAIE


La fortaleza del movimiento que Amaguaña y Cacuango lideraron produjo desconfianza en el poder. Aunque las dos inspiraron, no fueron exactamente un modelo para la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, nacida en los ochenta, porque nació más alejada de los postulados de izquierda que acompañaron a las dos pioneras. De hecho Luis Macas, uno de sus mentalizadores, como otros dirigentes, eran más cercanos al centro izquierda.


Mamá Tránsito y Mamá Dolu vieron el crecimiento y fortaleza del movimiento indio en los últimos años, pero ya retiradas. Revolucionaria, por los métodos que empleó durante su época de luchadora social, y temeraria, por la frontalidad con la que se enfrentó al poder, Amaguaña dejó la escena pública en los últimos años de su vida.
Diego Montenegro. Editor de Ecuador

El olor a incienso se mezclaba con el fresco aroma que se desprendía de las rosas. Los ramos de flores fueron dispuestos en forma de círculo. En el centro estaba una vieja vasija de barro y antes de que se inicie la eucaristía, el sol aparecía sin fuerza.

El Taita Inty nos acompaña, decía el padre indígena Roberto Nepas. En medio de la multitud, que empezó a llegar desde la noche del martes, una voz aguda irrumpió: “Por favor, hagan una calle de honor”. El féretro de la líder indígena, Tránsito Amaguaña, salía del cuarto de adobe, en hombros de sus familiares.

Otros homenajes
La Comisión Legislativa, a través de su titular, Fernando Cordero, entregó a Tránsito Amaguaña la condecoración póstuma al mérito político Matilde Hidalgo de Prócer. Esta distinción fue recibida por su nuera, Guillermina Cerón.
El presidente de la República, Rafael Correa, fue uno de los invitados. Él se comprometió a apoyar para que en el pueblo de La Chimba se abra el centro cultural indígena, en honor a la fallecida. También dijo que radicalizará su revolución.
El ataúd, de tono miel, estaba cubierto con una manta de color del arco iris. Fue ubicado sobre los caballetes plateados, cerca de la vasija de barro. Cuando el padre Nepas anunció que empezaba la misa, flamearon las banderas multicolores, que los líderes indígenas llevaron al sitio.

“Tránsito no ha muerto, desde hoy es inmortal”, era el grito que se escuchaba en La Chimba. La eucaristía se realizó a campo abierto, al son de las melodías que salían de los churos, guitarras y flautas. Las personalidades más representativas de la comuna empezaron a colocar las ofrendas junto al cadáver.

Una batea con ocas y mellocos, tres bandejas con pan, un balde con agua, un pequeño recipiente con una porción de tierra y una vasija humeante. Cada ofrenda tenía un significado y los indígenas de la zona, que estuvieron a cargo de la organización, se encargaban de explicar. “Hemos puesto la tierra, porque es nuestra y queremos recuperarla”, sentenciaba Neptalí Ulcuango.

Luego, las voces indígenas se juntaron para entonar la Balada del Camino. Las cuerdas de las guitarras estaban afinadas y las gargantas, entrenadas. “Es un largo sendero que debes seguir…”, fue el coro que retumbó en la parte exterior de la vieja casa en donde vivió Amaguaña.

Los ánimos se encendieron y a través de micrófonos llamaron a los taitas Neptalí, Humberto y Nicanor. Ellos resaltaron las luchas y recordaron la trayectoria de Amaguaña. Los tres coincidieron en que la mejor forma de rendir tributo a la difunta es seguir luchando por la equidad.

El padre Nepas dio la bendición y se cumplió con otra parte del rito indígena, para despedir a los más destacados de la comunidad. Los familiares volvieron a cargar el ataúd y recorrieron a paso lento la casa de Amaguaña.

Se pasearon por todos los ambientes de la vivienda y se detenían en los sitios más frecuentados por ella. “Esto significa que se lleva todo lo que fue suyo, pero también deja recuerdos de su paso por el mundo”, decía Nepas.

Era el momento para llevar el cadáver al sitio del sepelio. Centenas de indígenas y mestizos formaron una extensa calle de honor. Todos querían cargar el ataúd para caminar por la calle empedrada que terminaba en la casa de la hacienda La Chimba.

Allí, se armó la pampamesa (lugar en donde se acopian los alimentos que consumen los indígenas) y una tarima para que quienes tuvieron la oportunidad de conversar con Tránsito expresen sus pensamientos.

Ya entrada la tarde se acabó el ritual y el cuerpo de Amaguaña volvió a la Pacha Mama. En Pesillo había un inusual movimiento, pues llegaron delegaciones de todo el país, Venezuela y Bolivia. Las guitarras se calmaron y los churos se silenciaron. La líder indígena recibió el último adiós.

En la hacienda La Chimba. Cientos de personas y figuras políticas acompañaron a los familiares de Tránsito Amaguaña en su sepelio.