martes, 19 de agosto de 2008

Paridad Política: conquista histórica de la Mujer venezolana



Por Rebeca Eliany Madriz Franco

Tras la norma del Consejo Nacional Electoral de Venezuela para postulaciones a las próximas elecciones regionales de Diciembre que impone en su artículo 16 postular candidaturas bajo el principio de paridad y alternabilidad de género, los resultados de las inscripciones, por primera vez en la historia Patria, reportaron el tan anhelado 50/50 de Participación Política, al registrarse 2.598 Mujeres como candidatas a los cuerpos colegiados que estarán en disputa, del total de 5.225 inscritos, lo que se traduce en aproximadamente un 49,73% de Mujeres y un 50,27% de Hombres.

Se trata de la materialización de una de las principales banderas de los Movimientos de Mujeres en todo el mundo: el acceso de las Mujeres a los espacios de toma de decisiones, en las mismas condiciones y proporción que los hombres. Debe señalarse con especial atención, que no es casual que tal decisión tenga lugar en el momento en el que máximo órgano electoral del país, está integrado por 3 mujeres de los 5 miembros principales que lo conforman.

La Paridad Política representa más allá del simple hecho reivindicativo una nueva ventana de oportunidades para el proceso político Venezolano, que genera nuevas perspectivas de avance, ya que puede ser, potencialmente, el inicio de los tan esperados cambios cualitativos que desde hace años reclamamos las Mujeres en la Revolución Bolivariana.

Con lo anterior no pretendo hacer ver que las mujeres sean o no mejores que los hombres, o sean buenas y los hombres malos, de lo que se trata, y así ha sido demostrado en los grandes procesos históricos, es que a mayor grado de participación de la mujer, mayor es el avance de los procesos liberadores, pues la naturalización de la opresión que el sistema patriarcal y el capitalismo ejercen sobre la mujer, impide el pleno ejercicio de las capacidades y de los substanciales aportes que puede dar la mujer a la liberación, no sólo de su género, sino fundamentalmente de la clase.

Mucho se ha discutido sobre el hecho de imponer o no la paridad, de decretar o no que las mujeres, como los hombres, accedan a los espacios de poder en igual número. Sin embargo, esas contradicciones tienen que ser superadas, porque la realidad, y así lo vivimos día a día, es que por más “avanzada” que pueda ser un organización política en la materia (lastimosamente no es el caso Venezolano), hay un muro de contención que sigue manteniendo maniatadas a las mujeres, porque convergen en el tema una serie de elementos que diversifican la discriminación, y cuyas expresiones cotidianas pudieran pasar desapercibidas, pero ATENCIÓN: se banaliza, subestima, y menosprecia, el sacrificio que para una mujer significa, ser una activa militante revolucionaria.

Los ejemplos abundan, compañeros que ante la subordinación a una mujer, reaccionan desproporcionalmente inconformes e insubordinados. Otros que te dan un espaldarazo cuando es obligatorio dedicarse a lo que para ellos le corresponde a una mujer (hogar, familia) y con una palmadita en la espalda te despiden de la escena para zafarse de lo impertinente que resulta una mujer en la política. Compañeros que banalizan los aportes políticos de una mujer, más aun si son teóricos, pues para ellos ciertamente las mujeres utilizamos el cuerpo, pero no el cerebro. La casual conversación “urgente” que se asoma en una reunión política cuando las mujeres tenemos la palabra, es costumbre para muchas de nosotras. La exigencia de una militante política mujer es exactamente igual a la de un hombre, con la diferencia de que el hombre, no tiene que atender las múltiples ocupaciones que una mujer. Sin contar aquel que a la hora de saludar, pregunta al del lado que opina de la situación geopolítica internacional, mientras a la compañera le extiende el respectivo: que bonita camarada… Así como no falta algún compañero que denuncie las desviaciones ideológicas (feministas) de quienes abrazamos e insistimos que se valore esta lucha en su justa medida, y se comprenda que el origen de la misma es la aparición de la propiedad privada, por lo que la emancipación de la mujer es inseparable de la lucha de clases.

Si bien lo anterior puede valorarse como intrascendente cuando se plantea el riesgo de retrogradar en un proceso como el Venezolano, no es menos cierto que para las mujeres es un manto que impide ver el brillo de ese diamante (hasta ahora en bruto) que es una militante revolucionaria, que se desgasta la mística de sacrificio por ese mundo mejor, que si no hay una propuesta alternativa para las mujeres entonces se pierde el empuje de la mitad de la clase, la cual se hace indispensable para la lucha contra los explotadores. El potencial político y moral de la mujer, es necesario para romper las cadenas de la opresión.

Los errores históricos han cobrado con creces este error de las “izquierdas” de subestimar el protagonismo de las mujeres, pues ha contribuido a seguir atomizando y desarticulando a la clase trabajadora, y además a empujado a muchos sectores y movimientos de mujeres a fundirse con sectores de la burguesía bajo una supuesta “autonomía” de Partidos Feministas, que terminan convirtiéndose en instrumentos para dispersar las luchas de nuestros pueblos.

No puede afirmarse que este avance sea la cura de nuestros males, pues como bien señaló José Carlos Mariátegui, en el actual panorama humano “la clase diferencia a los individuos más que el sexo”; sin embargo, es un indiscutible paso al frente que reafirma el carácter revolucionario del Proceso Político Venezolano.

Las mujeres hemos sido castradas en el escenario público, y por ende político, de allí que hasta hoy estemos atadas a la obligación de una labor cuyo valor no se reconoce y que sin embargo, es indispensable, para el desarrollo social, a la par de que produce un desgaste, humillación, embrutecimiento, y monotonía que torna bastante gris, el impacto que ejercemos sobre la vida política, económica, social y cultural. En este sentido, nadie mejor que las mujeres para tomar las riendas de del principal cerco que limita el desarrollo integral de nuestra personalidad.

Nuestras leyes, formuladas principalmente por hombres, son contentivas de profundas inequidades imperceptibles en muchos casos, inclusive, por los elementos más consecuentes e identificados con los intereses del Pueblo. Por lo tanto, el reconocimiento de la Paridad Política, es el primer paso para el ejercicio real de lo que nos corresponde: “incidir de manera directa en los profundos cambios que requiere una sociedad como la nuestra”.

La Paridad Política no es una dádiva para la Mujer Venezolana, pues aguas abajo la participación de la mujer ha sido a lo largo de la Revolución Bolivariana mayoritaria que la de los hombres, y es hasta ahora que en ejercicio de ese legítimo derecho, se expresa con mayor claridad la proporción real de ese papel protagónico.

Finalmente, hay que exhortar a las Compañeras, Luchadoras, Revolucionarias, que hoy son candidatas a estos espacios de participación, a ser portavoces de las más profundas inequidades de las cuales somos víctimas, a comprometerse en una batalla campal contra la violencia, por el reconocimiento de nuestros derechos humanos, el reconocimiento real del trabajo doméstico como actividad económica, el ejercicio pleno de nuestra sexualidad, el acceso a la educación, a la salud, a empleos dignos; a contribuir a crear las condiciones para enfrentar los obstáculos culturales y políticos por venir, que seguramente necesitarán de mujeres conscientes, organizadas, unidas y movilizadas contra las agresiones del enemigo interno y externo; a demostrar nuestra condición “doblemente revolucionaria”, bajo la consigna: “MUJERES POR EL SOCIALISMO, CREANDO PODER POPULAR”.

Las olimpiadas de Beijing y el odioso Occidente


Francisco Umpiérrez Sánchez
Rebelión




“Los occidentales no sólo se creen los dueños del mundo, también se creen los dueños de los conceptos, de su sentido y de su verdad”



Impresionante ceremonia


La ceremonia de inauguración de los juegos olímpicos de Beijing la vi en diferido. Mi cuñada, afiliada al PP, le había dicho a mi pareja que no se la perdiera, que era impresionante, la mejor ceremonia que había visto jamás. Para los que hemos militado en partidos maoístas, la ceremonia ha sido todo un acto de orgullo y de identificación. China ha sabido combinar lo antiguo con lo moderno, ha hecho de las masas el principal protagonista, y ha mostrado al mundo su identidad y su poder. Si a eso unimos el protagonismo que tuvo la enorme bandera roja con sus cuatro estrellas amarillas, que simbolizan las cuatro grandes fuerzas de la revolución, los campesinos, los obreros, los soldados y los estudiantes, su izamiento y el canto de su himno, donde lo primero que se escucha es “levantaos, aquellos que rehúsan ser esclavos”, la emoción y el orgullo fue total. Pensé en Sarkozy, en Bush y en toda suerte de capitalistas imperialistas, lo que les debía doler ver el éxito de la ceremonia, contemplar la bandera roja ondeando, y saber que el partido que ha gobernado los destinos de China desde 1949 y que ha hecho posible la China de hoy es el Partido Comunista. Estaba lleno de regocijo y de alegría. Al fin China ha podido decir: aquí estamos, esto somos nosotros, esto es de lo que somos capaces de hacer.

Sí, pero…,



El lunes, 11 de agosto, desde que llegó mi prima a la oficina donde trabajo le pregunté: ¿viste la ceremonia de inauguración de los juegos olímpicos? Me respondió con un sí poco emotivo. Le pregunté entonces, ¿qué te pareció? Y me contestó: Estuvo bien, pero después está la otra parte, taparon la pobreza y… Ya no la dejé seguir. Me indigné. Los medios de comunicación occidentales han logrado lo que pretendían o buena parte de lo que pretendían. No cesan de criticar a China. No cesan de exponer los lados oscuros y feos de China. Porque no niego que en China haya lados oscuros y feos, ¿pero en qué país no los hay? Y otra cuestión: ¿quién decide cuando exponer por televisión los lados oscuros y feos de un país? Los occidentales. ¿Cómo se puede admitir que el mismo día en que se celebra una fiesta de una belleza enorme, como ha sido la inauguración de los juegos olímpicos, haya medios de comunicación que traten de afear ese evento con determinadas e intencionadas informaciones? ¿Qué razón explica este comportamiento? Pues lo explica una razón muy clara: sus intereses imperialistas. Y de ese imperialismo, de esa mentalidad donde el occidental se cree que toda la tierra es suya y que no respeta ninguna forma de vida distinta a la suya, participan las grandes masas de Occidente. Le dije a mi prima, notablemente irritado, ¿has escuchado tú a algún medio informativo chino alguna vez? Y sólo cabía una respuesta: no, jamás ha escuchado a un medio informativo chino. Lo que sabe sólo lo sabe por los medios informativos occidentales. Y esto nos da una idea de lo poco democrática que es la opinión publicada por los occidentales. Lo cierto es que no tuve la oportunidad de hablar con mi prima de la ceremonia, de su contenido, del sí, sólo hablamos del “pero”. Y fue así porque los medios de opinión occidentales así lo han forzado.

Sería bueno que cada vez que Nadal jugara un partido, el comentarista dijera “sí, está bonito y emocionante, pero gana muchísimo dinero. Y al tiempo añadiera: “Y en España hay ocho millones de personas que viven bajo el umbral de la pobreza”. Y este “sí, pero…” deberían emplearlo cuando se celebra un partido de fútbol de primera división, cuando se celebra un evento de moda, cuando se informa sobre las grandes mansiones, cuando se habla de las grandes fortunas, y cuando se celebran las navidades y un sinfín de acontecimientos más. Pero esto no ocurre ni puede ocurrir, puesto que son los occidentales quienes deciden cuando es necesario emplear el “pero”. En esto es en lo que debe meditar mi prima, que la imagen que se hace del mundo no es libre ni objetiva, sino forzada e interesada. Puesto que para que fuera libre y objetiva habría que escuchar previamente a algunas voces autorizadas entre los 1.300 millones de chinos.


Los odiosos occidentales


Los occidentales no sólo se creen los dueños del mundo, también se creen los dueños de los conceptos, de su sentido y de su verdad. El mundo es la representación que se hace el occidental del mundo. Y China es, por supuesto, como se la representan los occidentales. El hecho de que los chinos sean 1.300 millones de personas no importa. Lo que ellos piensen, sientan y crean no entra en juego. Que sea una civilización con 5.000 años de historia tampoco cuenta. Lo que cuenta es Occidente y lo que ella piensa y se representa. ¿Y por qué esto es así? Porque los occidentales monopolizan los grandes medios de comunicación de masas y ellos dan la imagen del mundo que ellos quieren.

Los occidentales quieren o pretenden que el mundo sea un reflejo suyo, que todo sea a su imagen y semejanza. Pero esto no sólo lo quiere la derecha burguesa, también lo quiere la izquierda burguesa. Y lo que es peor: también lo quiere la izquierda radical y aún la izquierda extremista. Si la derecha y la izquierda burguesa quieren que China sea como es Occidente, la izquierda radical y la izquierda extremista quiere que China sea como ellos se han imaginado que debe ser el socialismo. Sin duda que son odiosos los occidentales y se comportan de un modo imperialista.


¿Se puede hablar desde la neutralidad?


Me ha alegrado muchísimo saber que Fidel Castro se ha referido a la ceremonia como “maravilloso espectáculo”. Habla de forma alineada y de forma partidista. Sin embargo, ha habido una serie de articulistas, algunos de ellos desde Rebelión, que han hablado desde una aparente neutralidad y objetividad. No creo que sea objetivo hablar desde el punto de vista de los derechos humanos o desde el punto de vista de la libertad de expresión, puesto que ambos aspectos dependen del poder. Tampoco es justo hablar sin perspectiva histórica, sin examinar donde estaba China en 1949 y donde está ahora. Y tampoco es conforme a la verdad que las fuentes sean siempre extranjeras, como si los chinos no tuvieran boca. Sería de agradecer que de vez en cuando se citaran fuentes chinas.

Lenin supo tener una visión estratégica del mundo. Supo comprender que los movimientos de liberación nacional, movimientos burgueses, formaban parte de la revolución socialista. Tuvo la clarividencia de distinguir entre potencias capitalistas opresoras y potencias capitalistas oprimidas. Y China es una sociedad que está llevando a cabo un proceso de liberación nacional y está haciendo un socialismo con características chinas. Y en la actualidad es el mayor freno al imperialismo de Estados Unidos y de la Unión Europea.


La perspectiva histórica


Sin duda que China tiene partes feas y oscuras. Pero en 1949 China era todavía un país semifeudal y semicolonial. Hasta ese entonces Francia e Inglaterra ejercían el colonialismo sobre buena parte de ese continente. Pensemos sólo cuando Europa occidental era un país semifeudal, pensemos en los siglos XVI, XVII, XVIII. Contemos todo lo feo y ruin que ha habido en Europa occidental durante todo ese periodo, añadiéndole además el siglo XX con sus dos guerras mundiales. Pensemos en el sistema colonial y la acumulación originaria del capital en Europa occidental. Contabilicemos sobre cuánto saqueo, robo, y muerte se ha edificado el civilizado Occidente. Sin duda que Occidente en el marco de esta perspectiva histórica es más maldito que China.

¿No comprende Occidente que el África de hoy, su inmensa pobreza y subdesarrollo, es obra suya? ¿Por qué se alarma de la pobreza que hay en China cuando la que ella ha generado en África es mil veces peor? ¿Ignoran acaso que América fue conquistada por los occidentales a cuchillo y que fue saqueada? ¿Ignoran acaso que convirtieron a los africanos en esclavos y esquilmaron buena parte de las riquezas naturales de África?

Si los occidentales se molestaran en mirar a la historia, no serían tan subidos y tan creídos. Serían más comprensivos, reconocerían que más sangre y lodo que la que contiene la historia de Europa occidental no es posible encontrar en ningún otro grupo de naciones, y ayudarían a China en vez de intentar constantemente hostigarla. ¿No comprenden los occidentales que en 1949 la mayoría de la población campesina eran siervos y el resto del pueblo estaba bajo el poder despótico de las potencias coloniales? ¿No es un hito histórico y un gran triunfo de la razón comunista que en el plazo de no llega todavía a los sesenta años China sea una de las grandes potencias económicas, políticas y culturales del mundo? Sin duda que es así. Y a los occidentales no le va a quedar más remedio que aceptarlo: el futuro del mundo será también un futuro comunista.


La niña china: imagen y sonido


Había dado por concluido este artículo cuando los medios de comunicación occidentales volvieron a alertar a las masas sobre un hecho aparentemente indignante. Esta es la información que suministraron y con la que cautivaron la conciencia de las grandes masas sociales: “La niña que aparecía cantando en la inauguración de los juegos olímpicos en verdad no estaba cantando, sólo lo estaba simulando, y lo peor: la voz que se oía no era la suya sino la de otra niña. ¿Y saben por qué la niña que en verdad cantaba no apareció en el escenario? Porque era fea y regordeta”. En la oficina donde trabajo, en el supermercado y en el barrio todo el mundo hablaba de eso: lo que le hicieron a la pobre niña y lo malo que son los chinos.

Yo no quepo en mi indignación. Pregunta: ¿alguien ha visto alguna vez en los spot publicitarios sobre pañales, colonias y demás enseres algún niño o niña que no sean rabiosamente hermosos? ¿Alguien ha visto en una pasarela o en cualquier evento publicitario hombres y mujeres que no sean hermosos? Hay que responder con un rotundo no. ¿No es cierto que todas las casas que elaboran productos para bebés eligen los niños y las niñas más hermosos para vender su imagen? Claro que es totalmente cierto. Entonces, ¿a qué viene tanto revuelo por lo que ha pasado en China? Pues la respuesta es sencilla: los occidentales se creen en el derecho de juzgar y condenar a los demás pueblos. ¿Y por qué tienen esta creencia? Porque por su venas todavía corre la mentalidad colonialista e imperialista.

El que dirigió la inauguración de los juegos olímpicos eligió la mejor voz y la mejor imagen. Y está en todo su derecho de hacerlo. Y aún incluso si los occidentales no hicieran lo mismo, que sí lo hacen, tampoco tendrían derecho a creer que su escala de valores es la válida para medir éticamente las acciones de los demás pueblos. Así que incido en lo mismo: los occidentales son enormemente odiosos.