domingo, 5 de octubre de 2008

Somos y debemos ser socialistas



Fidel Castro Ruz

El pasado 2 de octubre hablamos del precio internacional de los combustibles que estamos consumiendo. Tengo la impresión de que por su magnitud llamó la atención a muchos dirigentes y cuadros.

Se habla en general de los porcentajes de la población que tienen acceso a la electricidad u otros servicios de la vida moderna. Este puede variar desde el 40 por ciento o menos hasta el 60 por ciento o un poco más; dependerá del acceso a recursos hidroeléctricos u otros factores.

Antes del 1º de enero de 1959, casi la mitad de la población de Cuba carecía de electricidad. En la actualidad, con una población alrededor de dos veces mayor y amplio acceso a esa energía, su consumo se ha multiplicado varias veces.

En nuestro país, como en gran parte del mundo ―excepto las naciones superricas―, esa electricidad llega por aire con empleo de torres, postes eléctricos, transformadores y otros medios, muchos de los cuales han sido derribados por los fuertes vientos de los huracanes Ike y Gustav a lo largo y ancho de la Isla.

Un artículo de Granma, suscrito por María Julia Mayoral, señala a grandes rasgos los destrozos en la red eléctrica causados por ambos fenómenos; pero, además, añade que durante el cruce de los huracanes los grupos electrógenos aseguraron la electricidad a “966 panaderías, 207 centros de elaboración de alimentos, 372 emisoras de radio, 193 hospitales, 496 policlínicos, 635 estaciones de bombeo de agua, 138 hogares de ancianos, entre otros centros fundamentales.”

“Ese aseguramiento significa… que en muy breve tiempo se tuvieron que desmontar cientos de equipos de emergencia ubicados en entidades productivas y de servicios, a fin de instalarlos de manera emergente en sitios sin conexiones con el SEN. Esto fue posible gracias a la acción coordinada de brigadas de montaje de varios organismos, empresas transportistas y el apoyo de las autoridades locales. Los medios trasladados provisionalmente volverán a sus centros de origen cuando la situación quede normalizada.”

Las palabras, que transcribo de forma textual, demuestran el desvelo con que los cuadros del Partido y del Gobierno, nacionales y locales, se han dedicado a buscar soluciones.

El artículo de María Julia se titula «Millonarios Gastos para dar Luz a la Población».

Considero oportuno recordar que los grupos electrógenos fueron instalados para los siguientes objetivos:

– Garantizar servicios vitales como la salud o la conservación de alimentos en cualquier circunstancia;

– Producciones alimenticias industriales como pan, leche y otras similares.

– Asegurar fundiciones de acero, que no pueden interrumpirse porque causarían graves daños a la industria.

– Servicios de la defensa e informaciones públicas que no pueden faltar en ningún momento. Baste señalar los propios centros de Meteorología y sus radares, que siguen la trayectoria de los huracanes.

– Generación progresiva de electricidad con mínimo de consumo, mucho más eficiente que las termoeléctricas disponibles.

Señalados estos puntos, es necesario recordar que los grupos electrógenos van, desde pequeños motores con potencia para producir 40 o menos kiloWatts/hora, hasta equipos de más de 1,000. A veces hay que sumar varios de estos motores, por ejemplo, en un centro hospitalario con avanzado equipamiento tecnológico y un sistema de climatización indispensable, que suelen ser grandes consumidores de energía.

Tales motores funcionan con diésel y su eficiencia crece en la medida que aumenta su capacidad de generar electricidad hasta un punto determinado. Requieren grasas adecuadas, reservas de piezas, mantenimiento, etcétera.

Un número creciente de grupos electrógenos están constituidos por motores que son de producción continua y que consumen otro combustible.

Lo ideal es que cada centro de producción o servicios señalado reciba electricidad del Sistema Electroenergético Nacional (SEN), con máquinas de más eficiencia que trabajan con fuel oil, de mucho menor costo que el diésel, obtenido de la refinación del petróleo, combustible de creciente uso en el transporte de carga y pasajeros, tractores y otros equipos agrícolas.

Cuando por cualquier causa los grupos electrógenos que trabajan con diésel se convierten en generadores de electricidad para las viviendas y son sometidos a un régimen de trabajo durante 20 horas o más, las consecuencias son negativas. Su destino principal son las emergencias y, en el desarrollo actual de Cuba, un número reducido de horas/pico.

Dentro de los generadores que consumen hidrocarburos, nada puede compararse con los grupos electrógenos que trabajan con fuel oil aunque la inversión sea más costosa. Por su peso y complejidad, no pueden trasladarse de un lugar a otro en cualquier momento. En ese sentido, únicamente los superan las plantas de ciclo combinado a partir de gas, al que se le extraen previamente el azufre y otros elementos contaminantes.

Es conveniente recordar la necesidad de que ningún cuadro olvide que no se debe perder un minuto en reintegrar todos los motores que consumen diésel a sus funciones en municipios y provincias vecinas tan pronto cese la emergencia. Tenemos serios déficit de ese combustible, se gasta demasiado en el país y ha sido imprescindible reducir las asignaciones demandadas.

La producción y distribución de alimentos y materiales de construcción, reitero, tienen prioridad absoluta en estos momentos. No somos un país capitalista desarrollado en crisis, cuyos líderes enloquecen hoy buscando soluciones entre la depresión, la inflación, la falta de mercados y el desempleo; somos y debemos ser socialistas.


Fidel Castro Ruz
Octubre 4 de 2008
7 y 35 p.m

La resurrección de Marx




Narciso Isa Conde

Bien se ha dicho que las grandes crisis podrían –aunque no obligatoriamente- ponerle fin al sistema capitalista, al tiempo que tienen la virtud de resucitar al viejo Marx con una sonrisa en los labios y devolverle actualidad al socialismo; en este caso no precisamente al “socialismo irreal” que fracasó, pero si a un socialismo libertario y participativo.

Eso está pasando en la actualidad. La presente crisis estadounidense equivale a la crisis del “centro del mundo”; esto es, a la crisis del centro del capitalismo y de todo el sistema imperialista mundial; y ella se perfila como la de mayor fuerza expansiva y de mayor profundidad en toda la historia del capitalismo, pues dados los altísimos niveles de globalización–mundialización del sistema, tiene un enorme poder de arrastre.

En diciembre de 1999 a raíz de la publicación de mi libro “Rearmando la Utopía.-Del neoliberalismo global al nuevo socialismo mundial” señalé:



“A las puertas del nuevo milenio precisamente el capitalismo actual arrastra consigo una de las crisis estructurales mas profundas y prolongada de su existencia…Estamos frente a una crisis que estremece la civilización humana y avanza en medio de la globalización neoliberal, de las privatizaciones y de la financierización del capitalismo hacia una gran y multifacética crisis global…”

“En su vertiente económica es esencialmente otra crisis de sobreproducción, otro choque brutal entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción, entre el carácter social de la producción y el carácter privado de la apropiación del producto del trabajo; ahora usurpado por la especulación financiera y la propiedad altamente concentrada (pag. 129).

Esa tendencia no se hizo esperar, más bien se desplegó en los últimos 9 años hasta alcanzar su madurez actual.

La reestructuración neoliberal, la desregulación de la economía, la liberalización de los mercados, la financierización del sistema capitalista, la privatización de lo público y lo social, la conquista militar de las áreas ricas en recursos naturales estratégicos, las nuevas guerras imperialistas, la globalización con esa impronta egoísta y destructiva… como respuesta de las elites capitalistas a la crisis estructural de final de siglo XX, si bien disparó de nuevo a su favor ganancias y riquezas, revirtió esa crisis contra el resto de la humanidad, la transformó en una crisis de existencia del planeta y sus habitantes.

En el centro de esa reestructuración perversa se situó EEUU como única superpotencia militar-mediática, provocando la conversión de su otrora poderosa economía productiva en un enorme sistema especulativo- parasitario, en un mega-mercado alimentado por una fiebre consumista sin precedente en la historia de la humanidad y en una economía de guerra insostenible a mediano plazo.

En los últimos 30 años convergieron en esa sociedad diversas crisis hasta provocar la grave e insoportable situación actual.

“Los datos- como dice Hedelberto López Blanch- hablan por sí solos: La cuenta corriente de la balanza de pago que contabiliza los intercambios de mercancías y servicios con el exterior alcanzó en 2007 un déficit superior a 750 000 millones de dólares, o sea, 5,6 % de su PIB. La deuda externa de Washington, desde la llegada de Bush al poder, creció más de un 50 % y a finales del pasado año se ubicaba en 9 billones de dólares que representa el 65 % del PIB. El déficit fiscal del gobierno federal se situará a fines de 2008 en –2 % contrariamente al superávit de 2,5 % dejado al término de la segunda administración de William Clinton. La deuda total estadounidense (pública, empresarial y personal) llegaba a los 48 billones de dólares: más de tres veces el PBI norteamericano y superior al Producto Bruto Mundial.”(“La enferma economía estadounidense”.-Rebelión)

Las guerras en Irak y Afganistán, por demás, le han costado 900 mil millones de dólares al pueblo estadounidense y una nueva solicitud de otros 600 mil.

EL desplome financiero tenía que venir y llegó con un incontenible poder expansivo a escala mundial. El sistema es único y global y su centro esta metido en un gran atolladero: hacia él se devolvió la crisis de existencia planetaria que provocaron las nefastas recetas neoliberales.

El germen de la destrucción, que según Marx el capitalismo lleva dentro de sí, se ha potenciado. La humanidad no tiene futuro por esa vía. Caos económico inicial y devastación social son realidades ya presentes.

Pero las grandes crisis tienen generalmente diversas salidas y la que hoy agobia a la humanidad y llena de pánico a la gran burguesía mundial y a las partidocracias gubernamentales que les sirven, podría dar lugar a una recomposición del capitalismo por caminos diferentes al neoliberal, o generar un intenso y prolongado caos, o servir de punto de partida para un nuevo tránsito revolucionario hacia un orden social y político alternativo al capitalismo actual: hacia un nuevo socialismo.

Los(as) revolucionarios(as) del mundo debemos apostar a esta última opción, teniendo siempre presente que el capitalismo es como el “caimito” *: no se cae por si solo: hay que tumbarlo y reemplazarlo. Nuestra América orgullosamente ha comenzado a dar los primeros pasos en esa dirección. Es hora de acelerar el paso.

* Deliciosa fruta tropical que madura en el árbol y nunca cae al suelo por sí sola.