miércoles, 1 de julio de 2009

CRECE LA TENSION EN LAS CALLES DE TEGUCIGALPA (30 junio 2009)


CRECE LA TENSION EN LAS CALLES DE TEGUCIGALPA
Con represión, gases y disparos, estalla la violencia en Honduras
Chocaron partidarios del presidente destituido, Manuel Zelaya, contra la policía y el ejército. Hay decenas de heridos. Un enviado de Clarín relata los enfrentamientos y el clima explosivo en Tegucigalpa tras el golpe de Estado del domingo.
Por: Pablo Biffi Dos helicópteros del ejército, verdes y amenazantes sobrevolaban a baja altura y se recortaban sobre el cerro El Picacho, al pie del cual, en la gran cuenca formada por el río Grande, el Choluteca, se extiende Tegucigalpa, la capital Hondureña.

Esa imagen, que junto a las nubes negras podría resultar poética, era apenas una muestra de lo que se vivía abajo, en los alrededores de la Casa Presidencial, usurpada desde el domingo por el presidente de facto Roberto Micheletti, tras el golpe militar: varios cientos de manifestantes intentaron rodear el palacio en la colonia Tepeyac y fueron duramente dispersados por tropas de elite del ejército, todas vestidas de negro, protegidas con cascos, escudos plásticos e intimidantes lanza gases lacrimógenos y balas de goma.

Armados con palos, la cara cubierta con pañuelos, los manifestantes, en su mayoría jóvenes estudiantes, algunos trabajadores industriales y otros tantos desocupados, intentaban avanzar desafiando el toque de queda, pero rápidamente eran dispersados: palos que volaban, piedras que describían extrañas parábolas hasta ir a dar por detrás de la guardia y pedazos de rejas arrancadas de unos comercios cercanos servían como armas para hacer frente a los militares.

"¡¡¡Que vuelva Mel, que vuelva Mel", gritaban los manifestantes, usando el apodo del presidente Manuel Zelaya, el hacendado y millonario que devino socialista en su gobierno y fue derrocado, secuestrado y expulsado el domingo a Costa Rica.

Entre las medidas de protesta, se supo ayer que se está organizando una huelga general.

Ayer, los manifestantes habían cerrado unos 200 metros de la avenida Juan Pablo II, donde levantaron barricadas y quemaron neumáticos. El humo denso y negro se mezclaba con las nubes, cargadas de agua. Desafiando el toque de queda que Micheletti impuso a partir de las 21 horas del domingo y por 48 horas, muchos manifestantes pasaron la noche en este lugar. "Cada vez que nos saquen, volveremos. Porque hasta que no vuelva Mel, no vamos a parar de protestar. Hay que acabar con este gobierno ilegítimo", dijo a Clarín, Ernesto, uno de los jóvenes que, con un pañuelo a la usanza piquetera cubriendo su rostro, dirigía el avance.

Esa pequeña batalla de posiciones -en donde los manifestantes intentaban llegar hacia el frente de la Casa Presidencial y el ejército los reprimía- duró un par de horas, hasta que se escucharon los primeros disparos: primero uno, luego dos, tres. Después una ráfaga. Nadie sabía si eran balas de plomo o goma, pero no sólo los manifestantes se desbandaron por las calles laterales. Decenas de personas que salían del shopping Multiplaza, uno de los más grandes Tegucigalpa, corrían a esconderse detrás de los árboles o de los autos, que habían quedado atrapados en la zona, con sus ocupantes entre atemorizados y resignados.

"Los militares están disparando a discreción", denunciaba un joven, que se peleaba con una periodista de la TV local, quien le recriminaba que sus equipos habían sido destruidos por "una turba" ¿así dijo¿ de manifestantes.

Según medios locales, la Cruz Roja y lo que pudo constatar este enviado especial, al menos 32 personas resultaron heridas en esos choques, la mayoría de ellas con cortes en la cabeza y algunos también con principios de ahogo por los gases lacrimógenos.

Muchos de los heridos fueron atendidos en el Hospital Escuela de esta capital, cuando ya una lluvia tropical y copiosa caía sobre esta ciudad de poco menos de 1,3 millones de personas y ubicada a unos 1.000 metros sobre el nivel del mar.

Algunos testigos dijeron que un hombre había muerto en los choques, al parecer por una herida de bala, pero por la noche, voceros del Hospital Escuela desmintieron categóricamente la información.

En el interior también hubo cortes de algunos caminos e incidentes con la policía.

Mientras la TV local pasaba románticas telenovelas o partidos de fútbol, las cadenas internacionales eran intencionalmente interrumpidas por el gobierno para que no puedan informar lo que ocurría en el país.

Así sucedió con la CNN y Telesur, por ejemplo y apenas algunas radios daban cuenta de lo que ocurría. En otros puntos de la capital también grupos de jóvenes organizaban "piquetes", quemaban neumáticos, maderas, botellas y hasta algunos pedazos de hierros se fundían en las llamas.

"Aquí no hubo golpe de Estado porque los hondureños siguen regidos por la Constitución, a la que el anterior gobierno quiso reformar sin ningún fundamento y de manera ilegal", había dicho poco antes de los disturbios el presidente de facto, Micheletti a la radio HRN.

"Respetamos a todo el mundo y sólo pedimos que nos respeten, y nos dejen en paz porque el país se encamina a elecciones generales libres y transparentes en noviembre", agregó.

En las cercanías de la Casa Presidencial, estas palabras no hicieron más que enardecer los ánimos. "Este señor es un golpista, como han dicho todos los líderes del mundo. Y más temprano que tarde, y yo creo que más temprano, el presidente Zelaya va a regresar al poder", dijo a Clarín un dirigente sindical que prefirió guardar su nombre en el anonimato.

Con todo, y pese a esos focos de tensión en esta capital y también en otras ciudades del país, el común de los hondureños se muestra más bien indiferente y creen que esta pelea no es de ellos.

A la salida del shopping Multiplaza, a unas cuadras del Palacio, Emilda dijo a este enviado: "Mire, joven, yo mañana debo trabajar y mandar a mis hijos a la escuela. Así que para mí, la vida sigue".

Temiendo los disturbios que se produjeron ayer, los militares ocuparon puntos claves de esta capital, entre ellos Hondutel, la central telefónica del país. Los soldados echaron casi a palos a los trabajadores y asumieron el control de las comunicaciones: este hecho explicaría que en Honduras no hay manera de efectuar una llamada telefónica y que por el momento sólo funcionan los celulares con salida internacional.

René Andino, presidente del sindicato Sitraunah, que reúne a los 5.600 trabajadores y docentes de la Universidad Autónoma, dijo a este diario que no reconocen a Micheletti como presidente: "Es un usurpador, el Congreso violentó la Constitución con su nombramiento, vamos a protestar hasta restablecer la legalidad".

Al caer la noche, Tegucigalpa volvía a la normalidad. La lluvia seguía castigando este valle rodeado de montañas cubiertas de pinos. Todos, se apuraban por llegar a sus casas antes de las 21, cuando comienza a regir el toque de queda, hasta las 6 de la mañana. A esa hora, los hondureños deberán volver a sus trabajos. Y algunos, a las barricadas.

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