José Stalin; obras
escogidas.
Algunos camaradas
niegan el carácter objetivo de las leyes
de la ciencia, principalmente de las leyes de la Economía Política en el
socialismo. Niegan que las leyes de la Economía Política reflejan el carácter regular
de procesos que se operan independientemente de la voluntad de los hombres.
Consideran que en virtud
del papel especial que la historia ha asignado al Estado Soviético, éste y sus dirigentes
pueden abolir las leyes de la economía política existentes, pueden «formar»
nuevas leyes, «crear» nuevas leyes.
Esos camaradas se
equivocan profundamente. Por lo visto, confunden las leyes de la ciencia, que reflejan
procesos objetivos de la naturaleza o de la sociedad, procesos independientes
de la voluntad de los hombres, con las leyes promulgadas por los gobiernos,
creadas por la voluntad de los hombres y que tienen únicamente fuerza jurídica.
Pero no se debe confundirlas de ningún modo.
El marxismo concibe las
leyes de la ciencia lo mismo si se trata de las leyes de las Ciencias Naturales
que de las leyes de la Economía Política como reflejo de procesos objetivos que
se operan independientemente de la voluntad de los hombres. Los hombres pueden
descubrir estas leyes, llegar a conocerlas, estudiarlas, tomarlas en
consideración al actuar y aprovecharlas en interés de la sociedad; pero no
pueden modificarlas ni abolirlas. Y aún menos pueden formar o crear nuevas
leyes de la ciencia.
¿Quiere decir eso que,
por ejemplo, los efectos de la acción de las leyes naturales, los efectos de la
acción de las fuerzas de la naturaleza sean en absoluto ineluctables, que las
acciones destructivas de las fuerzas naturales tengan siempre y en todas partes
la fuerza inexorable de elementos que no se someten a la influencia del hombre?
No, no quiere decir eso. Si excluimos los procesos astronómicos, geológicos y
otros análogos en los que los hombres, incluso cuando han llegado a conocer las
leyes de su desarrollo, son verdaderamente impotentes para influir en ellos, en
muchos otros casos los hombres no son, en absoluto, impotentes para influir en
los procesos naturales. En todos esos casos, los hombres, una vez han conocido
las leyes de la naturaleza, pueden, tomándolas en consideración y apoyándose en
ellas, utilizándolas y aprovechándolas debidamente, reducir la esfera de su
acción, encauzar en otra dirección las fuerzas destructivas de la naturaleza y
hacer que rindan provecho a la sociedad.
Tomemos un ejemplo
entre muchos. En tiempos remotísimos, el desbordamiento de los grandes ríos, las
inundaciones y la destrucción de viviendas y de sembrados, a las inundaciones
aparejadas, considerábamos como una calamidad ineluctable, contra la que los
hombres nada podían hacer.
Sin embargo, con el
transcurso del tiempo, al aumentar los conocimientos del hombre, cuando los
hombres aprendieron a levantar diques y a construir centrales hidroeléctricas, se
hizo posible preservar a la sociedad de calamidades como las inundaciones, que antes
parecían ineluctables, Más aún, los hombres aprendieron a poner freno a las
fuerzas destructivas de la naturaleza, a domarlas, por decirlo así, a hacer que
la fuerza del agua prestase servicio a la sociedad y a utilizarla para regar
los campos y obtener energía.
¿Quiere decir eso que
los hombres abolieron de esta manera las leyes de la naturaleza, las leyes de
la ciencia, que crearon nuevas leyes de la naturaleza, nuevas leyes de la ciencia?
No, no quiere decir eso.
La realidad es que todo
lo que se hace para prevenir la acción de la fuerza destructiva del agua y para
utilizar esa fuerza en interés de la sociedad, hácese sin violar en lo más mínimo,
modificar o destruir las leyes de la ciencia, sin crear nuevas leyes de la ciencia. Al contrario: todo eso se hace
basándose estrictamente en las leyes de la naturaleza, en las leyes de la
ciencia, pues cualquier infracción de las leyes de la naturaleza, aún la más
mínima, conduciría únicamente a estropearlo todo, lo frustraría todo.
Lo mismo hay que decir
de las leyes del desarrollo económico, de las leyes de la Economía Política,
tanto si se trata del período del capitalismo, como del período del socialismo.
Aquí, lo mismo que en las Ciencias Naturales, las leyes del desarrollo económico
son leyes objetivas que reflejan los procesos del desarrollo económico, procesos
que se operan independientemente de la voluntad de los hombres.
Los hombres pueden
descubrir esas leyes, llegar a conocerlas y, apoyándose en ellas, aprovecharlas
en interés de la sociedad, encauzar en otra dirección la acción destructiva de
algunas leyes, limitar la esfera de su acción, dar vía libre a otras leyes que
van abriéndose camino; pero no pueden destruir unas leyes económicas y crear
otras nuevas. Una de las peculiaridades de la Economía Política consiste en que
sus leyes no son duraderas, como las leyes de las Ciencias Naturales, pues las
leyes de la Economía Política, por lo menos la mayoría de ellas, actúan en el
transcurso de un período histórico determinado, y después ceden lugar a nuevas
leyes. Pero las leyes económicas no son destruidas, sino que cesan de actuar
debido a nuevas condiciones económicas y se retiran de la escena para dejar
sitio a leyes nuevas, que no son creadas por la voluntad de los hombres, sino
que nacen sobre la base de nuevas
condiciones económicas.
Se invoca el
«Anti-Dühring» de Engels, su fórmula de que, al ser liquidado el capitalismo y hechos
propiedad común los medios de producción, los hombres dominan estos medios de
producción y se liberan del yugo de las relaciones económicas sociales, convirtiéndose
en «dueños» de su vida social. Engels llama a esa libertad «necesidad hecha conciencia».
Pero, ¿qué puede significar «necesidad hecha conciencia»? Significa que los
hombres, una vez han conocido las leyes objetivas («necesidad»), las utilizan,
con plena conciencia de lo que hacen, en interés de la sociedad. Por eso Engels
dice en esa misma obra que: «Las leyes de sus propias acciones sociales, leyes que
hasta ahora se oponían a los hombres como leyes extrañas, como leyes naturales
que los tenían sometidos, serán aprovechadas por los hombres con pleno
conocimiento de causa y, por tanto, serán dominadas por ellos».
Como puede verse, la
fórmula de Engels no habla, ni mucho menos, en favor de quienes piensan que en el
socialismo se puede destruir las leyes económicas existentes y crear otras
nuevas. Al contrario: esa fórmula no exige que se destruyan las leyes económicas,
sino que se las conozca y se las aproveche inteligentemente. Se dice que las
leyes económicas tienen un carácter espontáneo, que su acción es ineluctable, que
la sociedad es impotente ante esas leyes. Eso no es cierto. Eso es hacer de las
leyes un fetiche, entregarse a ellas como un esclavo. Está demostrado que la
sociedad no es impotente ante las leyes económicas; que puede, apoyándose en
ellas después de haber llegado a conocerlas, limitar la esfera de su acción,
aprovecharlas en interés de la sociedad y «domarlas», como ocurre con las
fuerzas de la naturaleza y con sus leyes, como sucede en el ejemplo arriba
citado del desbordamiento de los grandes ríos.
LEE, ANALIZA, COMPARTE Y LUCHA CON NOSOTROS.
BÚSCANOS EN LOS CANALES DE DIFUSIÓN:
TELEGRAM:
FACEBOOK:
Soy Comunista
TWITTER:
Blogs:
PCVCARABOBO
¡VENCEREMOS!
No hay comentarios:
Publicar un comentario