sábado, 31 de mayo de 2008
Gillmanfest 2008: mercantilismo y demagogia en la capital del Rock.
El 24 y 25 de Mayo, Valencia volvió una vez más a ser la capital del Rock, demostrando nuevamente que la Revolución nos ha devuelto la época dorada del metal, apoyando a las bandas nacionales y haciendo posible la presencia de bandas internacionales de alto calibre. También se demuestra que los tiempos de la represión policial quedaron atrás: quienes antes nos maltrataban por ser diferentes, ahora nos cuidan. Gillmanfest 2008: mercantilismo y demagogia en la capital del Rock.
El 24 y 25 de Mayo, Valencia volvió una vez más a ser la capital del Rock, demostrando nuevamente que la Revolución nos ha devuelto la época dorada del metal, apoyando a las bandas nacionales y haciendo posible la presencia de bandas internacionales de alto calibre. También se demuestra que los tiempos de la represión policial quedaron atrás: quienes antes nos maltrataban por ser diferentes, ahora nos cuidan.
Bien, esta es la versión oficial y suena bastante bonita. Todos los que estuvieron dentro del concierto de Megadeth el día 25, se creyeron este cuento. Claro, la música no los dejó escuchar lo que sucedió afuera. Algunos me comentaban, al día siguiente, que escucharon unos disparos, ¿Pero quién le hace caso a eso cuando estás viendo en vivo a una de las mejores bandas del Thrash/Heavy a lo largo de la historia?
Pues yo sí puedo dar testimonio de lo que pasó en las calles aledañas al Polideportivo Misael Delgado y en la avenida Bolívar incluso: el camarada Francisco León y yo arribamos aproximadamente a las 5:30 de la tarde con la intención de escuchar el concierto desde afuera, ya que el primero no contaba con el dinero para pagar la entrada solidaria (yo sí, pero no iba a dejar a mi camarada ahí). Nos conseguimos con una aglomeración en la entrada (primera revisión): unas 80 personas querían entrar. Consignas como “Ya la empresa hizo la ganancia, déjennos pasar”, “No cuesta nada, somos pocos”, “¡Revolución, revolución!” no lograron ablandarle el corazón a los promotores del evento, quienes, para asistir a la seguridad del evento, enviaron una cuadrilla de policías por si las cosas se ponían feas, ya que habían unos cuantos que estaban lanzando botellas (no pasaban de 4 personas, hay que reconocerlo). Había también en la concentración una mayoría que intentaba calmar los ánimos: “Ya nos prometieron que después de la próxima canción sí nos dejan entrar. No empujen ni lancen nada”. Pero al ver a los gendarmes, esta mayoría se dispersó, lo que hizo que los 3 jóvenes comunistas (allí nos habíamos encontrado a un tercer camarada) nos dirigiésemos a la entrada del público, la cual también estaba abierta, esperando correr con la suerte de entrar o hacer las cosas como las habíamos planteado al principio.
En esta entrada había alrededor de 30 personas. La situación estaba un poco más calmada que en la entrada del frente, pero era similar: algunos empujaban para entrar, pero no podían con la seguridad y la mayoría los intentaba calmar (también creían en la promesa hecha por los promotores).
Ya resignados, salimos y nos sentamos en la acera a escuchar lo que quedaba de concierto. Había un ambiente agradable, cordialidad y solidaridad entre todos los que estábamos allí, comentarios acerca de la negativa y mercantilista posición de la gente de Profit Producciones (¿Qué más se puede esperar?) y por supuesto, la música de Megadeth de fondo. Pero en cuestión de minutos todo cambió drásticamente: se escuchan disparos, los que estaban en la entrada queriendo ingresar (ya quedarían unos 20) pasan corriendo, los uniformados persiguiéndolos con lacrimógenas, perdigones y disparos al aire. Obviamente, debimos correr también, ya que los represores arrasaban con todo lo que les oliera a rockero hasta la entrada de la Avenida Bolívar, donde los “servidores” de Protección Civil nos esperaban para cuidarnos, pero a rolazos. Nos corretearon por la Avenida Bolívar hasta la esquina donde está Subway. Discúlpame, Siugza, pero eres un ingenuo (o demagogo, dime tú). Acosta Carlez es igual o peor que los Römer.
Departamento de crítica y autocrítica revolucionaria.
Compañero Gillman, espero que lo que sigue a continuación no te moleste, ya que la dureza en la crítica se incrementa según el nivel de la responsabilidad que nos asigna la revolución, y tú tenías en tus manos el “evento de Rock más grande de Latinoamérica”, hecho en nombre de la Revolución Bolivariana para más señas:
Debo comenzar diciéndote que no creo en ti, ni me considero guerrero del metal como tú quieres que todos seamos: ¡Soy comunista, carajo!
Por lo tanto, creo que tengo la suficiente formación para entender que un festival de rock revolucionario y anti-guerra no debería emular, ni en el nombre, al de Ozzy Osbourne, a quien hay que reconocerle que dejó un gran legado musical, pero sólo eso y nada más. Si quieres ser como él, comienza por conseguirte un lugar en la programación de MTV, lo más alienante que se ha podido ver en los últimos 25 años, ícono del american way of life, y meterte todas las drogas que la humanidad haya conocido, a fin de quedar como un carcamal decrépito y dejar que tu ambiciosa esposa te controle la vida, te ponga a hacer payasadas y a decir 500 groserías por minuto en televisión internacional. Ese problema es tuyo, no arrastres a todo el movimiento metalero venezolano en tus aventuras idealistas y personalistas. El metal es extenso y cubre un gran número de géneros y sub-géneros (gente como tú se empeña en ocultarlo). Un festival con tu nombre, que es el mismo de tu banda. ¿Qué sigue, FUNDAGILLMAN, para levantar el movimiento del metal en Venezuela, pero como tú digas? ¡Rectifica, vale!
El “apoyo a las bandas nacionales” es la peor de las patrañas: premios en efectivo, como si fuese un concurso de Sábado Sensacional (bueno, tú sabes algo de eso). ¿Cuesta mucho que el premio a los dos primeros lugares sea la grabación de un álbum? Sabes que no. ¡Respeto real hacia las bandas de aquí!
Claro que estuve el día 24, y como en las anteriores ediciones, el grueso de la gente siempre va con el fin de disfrutar de la música, porque allí llegan burgueses, derechistas, izquierdistas y gente que no sabe nada de política. Una “Revolución de amor”, como dice tu papi Acosta Carlez. Entonces, ¿Por qué no le cambias el nombre a Soberano Fest o te inventas algo en español? Pídele ayuda a Gerardo Estrada en la reinvención del nombre, así le das chance para ocuparse en otra cosa que no sea secundar los desmanes que en la Secretaría de Cultura de la Gobernación hace el remedo de revolucionario ese, flatulento que no termina de saltar la talanquera y lanzarse como “independiente”. ¡Por favor, que lo haga de una vez! ¡Ustedes no aprendieron nada del Comandante Chávez!
Como dije arriba, el metal abarca muchos géneros, sub-géneros, híbridos, fusiones, etc. Tienes que entender que no todo es Heavy o Thrash/Heavy comercial. Hay un gran descontento en la gente hacia tu persona. Si van a los eventos con tu nombre, es porque quieren ver a las bandas donde están sus amigos, ver a bandas que les gustan (nacionales e internacionales), y claro, hay un porcentaje de gente que respetamos tu carrera musical, pero hasta ahí llegamos. Si la aplanadora de la historia te pasa por encima, no digas que no se te advirtió. Hay un movimiento metalero de verdad que comienza a surgir a paso lento, pero seguro…
PD: estoy claro en la contundencia de las palabras que modestamente entrego a la opinión pública, así como del uso o interpretaciones que aprovechadores de oficio puedan darle a las mismas. Esto es una crítica revolucionaria y nada más, así que escuálidos como Alfredo Escalante y seres similares: ¡No se metan en esto!
Luis Arturo Luna.
Colectivo Illich Ramírez.
Juventud Comunista de Venezuela.
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