lunes, 12 de abril de 2010
Electoralismo versus trascendencia histórica
Tribuna Popular TP.- Vivimos en tiempos de cuya trascendencia quizá no tenemos la suficiente percepción. La mayoría de quienes tienen décadas luchando por la revolución venezolana y muchos de los que se han activado en años recientes, han leído y estudiado con admiración diversos episodios de la rica historia combativa de nuestro pueblo.
Enumerar sólo algunos eventos o pretender listar a las y los más destacados héroes y mártires, siempre resultará extenso e injusto.
Ante esta historia y tantos héroes y heroínas, es natural que muchas y muchos se sientan lejanos a la altura de esos episodios.
Quizá por eso, muchas veces no nos damos cuenta de que estamos transitando un periodo de ofensiva revolucionaria, de flujo revolucionario, como lo llamamos los marxistas.
Este concepto, que se dice muy rápido, tiene una significación importante.
Las masas trabajadoras y los pueblos no experimentamos un desarrollo lineal siempre en ascenso, sino que –según las condiciones históricas objetivas y subjetivas— avanzamos en algunos momentos, estamos en ofensiva, en flujo, y retrocedemos en otros, estamos en defensiva, en reflujo.
América Latina y especialmente Venezuela, logramos recuperarnos rápidamente del enorme golpe que significó para las fuerzas del progreso la desaparición de nuestro principal referente mundial, la URSS y el Campo Socialista de Europa oriental
Había en Venezuela un acumulado político-social, popular-revolucionario, y un nivel significativo de desgaste de la capacidad de mutabilidad del sistema que permitiera mantenerse engañando al pueblo con fuegos artificiales.
Se inicia así, en 1998, una etapa cualitativamente nueva del proceso revolucionario venezolano, pasando el pueblo –con sus profundos anhelos y necesidades de cambio— a la ofensiva, un periodo de flujo revolucionario, sintiéndose y sabiéndose factor central e indispensable para la transformación de nuestra sociedad.
Y, en estos años, la consigna levantada valientemente por el Partido Comunista de Venezuela (PCV) a principios de los años 90, de que «El Socialismo sigue siendo la esperanza de los pueblos», ha demostrado su valía y pertinencia.
Ciertamente, en las condiciones y características propias de Venezuela, las elecciones juegan un relevante papel en los escenarios de lucha política, pero no pueden considerarse la principal –y menos la única— trinchera de combate.
El PCV, en sus 79 años de existencia orgánica –que conmemoramos con orgullo y convicción este 5 de marzo—, ha participado en procesos electorales durante las últimas seis décadas, pero lo ha hecho –y lo hace— asumiéndolos como un escenario del combate político, ideológico y de masas, como una oportunidad para llevar a las masas trabajadoras el mensaje y las propuestas de los comunistas venezolanos. Jamás lo ha hecho por el superficial interés de sólo ocupar un puesto y disfrutar los privilegios que pueda conllevar.
Las propuestas del PCV son claras. Debemos avanzar en la construcción de una nueva correlación de fuerzas a favor de los intereses populares-revolucionarios, que responda a la necesidad de defender y profundizar la revolución venezolana, liberando a la patria de las cadenas imperialistas y sentando las bases para el Socialismo.
La nueva Asamblea Nacional debe responder y servir a estos supremos intereses. Por ello, el PCV ha expresado su certeza de que debemos lograr candidaturas unitarias y revolucionarias, para ganar mayoritariamente en las elecciones de septiembre, pero también para que la AN sea protagonista y no espectadora.
Y, el PCV lo reitera –como lo ha hecho permanentemente—, que el conjunto de las fuerzas del proceso debemos poner nuestra sincera disposición y energía en el camino de construir la dirección colectiva del proceso revolucionario, para que esta hermosa y profunda experiencia logre trascendencia histórica más allá de las actuales generaciones.
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