domingo, 4 de octubre de 2015

OPINION: China y la crisis capitalista

OPINIÓN/ Santos Moreno, especial para Soy Comunista. El primer problema que surge al tratar de analizar la realidad económica de cualquier nación, es realizar una correcta caracterización de su sistema económico. En el caso específico de China, el conjunto de su economía se rige por las leyes inherentes al modo de producción capitalista: la ley del valor es lo que determina en última instancia el precio de las mercancías, la explotación del trabajo humano es la fuente de reproducción de capital y la tasa de ganancia tiende en el largo plazo a descender. Por otra parte una progresiva participación de capital privado, buena parte compuesta por Inversión Extranjera Directa (IED) ha permitido que esa nación muestre tasas de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) superiores al 7% en los últimos años que no obstante, son inferiores a las mostradas durante el período previo a 2007. La cuestión está en que siendo una de las grandes locomotoras de la economía mundial, China no está ajena a las consecuencias derivadas de las crisis capitalistas y para disminuir su impacto, se implementan diversas medidas para reimpulsar el proceso de acumulación de capital. A partir de 2008 por ejemplo, luego de la crisis financiera que afectó a Estados Unidos y la Unión Europea, una caída en la actividad económica mundial provocó un descenso en las exportaciones chinas y en consecuencia de la actividad económica de ese país. Para contrarrestar esta tendencia, las autoridades chinas emprendieron un programa de ejecución de obras de infraestructura capaz de emplear a cientos de millones de trabajadores migrantes, utilizando la expansión del gasto y el consumo interno como medida contracíclica. Este tipo de políticas económicas (keynesianas), no pueden permanentemente evitar un descenso en el crecimiento del PIB, y la desaceleración económica golpea nuevamente las puertas de la gran muralla, amenazando también la capacidad del gigante asiático de seguir conteniendo una crisis económica de escala global. El pasado mes de junio los índices bursátiles de Shanghai y Shenzhen sufrieron una caída de 35% (la mayor desde 2007), en el mes de julio, las autoridades de comercio exterior de China reportaron una disminución de las exportaciones de 8,3% en comparación con ese mismo mes en 2014 y recientemente, se han producido sucesivas devaluaciones del yuan que lo han en 4,6% respecto al dólar, aunque no se descarta que la caída en su cotización alcance el 10%, pese a los señalamientos en contrario por parte del Banco Central de China. Todo lo anterior, no solo acaba con cualquier duda existente sobre el carácter capitalista de esa nación, sino que además pone en evidencia que el proceso de acumulación de capital en China poco a poco se acerca a sus límites. Una economía cuyo crecimiento se fundamenta en la expansión de su mercado externo, irremediablemente enfrentará trabas en cuanto la actividad económica internacional y por ende la demanda de mercancías en el mercado mundial disminuya. Aunado a eso, el impulso de la IED se detiene por efecto de la sobreacumulación, es decir, los capitales externos ya no encuentran sectores en los cuales reproducirse (caída de la tasa de ganancia). Ante eso situación, la decisión de depreciar el yuan para recuperar la competitividad de las exportaciones no es más que una forma de abaratar las mercancías producidas en ese país, especialmente la mercancía que ha sido el verdadero motor de su crecimiento económico: la fuerza de trabajo. Efectivamente, siendo el país más poblado del mundo, China cuenta con una inmensa masa de fuerza de trabajo barata y disciplinada. Al depreciar su moneda, se deprecian también los salarios en ese país, abaratándolos en comparación con los del resto del mundo, lo cual incide en los precios de las mercancías. Este abaratamiento es lo que puede hacer crecer de nuevo las exportaciones y recuperar el ritmo de crecimiento, la tasa de ganancia tendrá una recuperación coyuntural y los capitales extranjeros regresarán. Y todo ello a costa de la explotación de cientos de millones de trabajadores chinos.

No hay comentarios: